La idea de calidad de vida ha mutado según puntos de vista; las consultas en las inmobiliarias solían circunscribirse al espacio geográfico, orientación, y lo demás, se dejaba a la visita a la propiedad, la percepción es poco elemento para tomar decisiones sobre la compra del inmueble, sin embargo, la revolución de las comunicaciones y sobre todo los problemas energéticos que despiertan interés en el ahorro de recursos, a lo que se suma problemas climáticos, indicen cada vez más en las decisiones frente a la decisión de la elección de la residencia.
Desde la inmobiliaria Mazzei nos aclaran algunos conceptos que hay que tener en cuenta a la hora de pensar en la casa que se quiere, primeramente nos explican que lo es lo mismo que la casa pasiva que la casa sostenible e incluso, el término nuevo, que se difunde Passivhaus, son tres perspectivas, quizás con un objetivo en común, pero no son exactamente equivalentes.
Lo que las relaciona es la idea de que son construcciones cuyo objetivo es el ahorro de energía e intentan emitir menos contaminantes, pero una cosa es evitar una situación y otra ayudar al entorno a rehabilitarse, además.
Durante la construcción, desde el mismo momento en que se inicia, apenas separado el hecho del plano del arquitecto, el proyecto comienza a interactuar con el ambiente, desde el acarreo de materiales, con su peso, transporte y volumen ya se está interviniendo en el medio ambiente.
Luego aparece el factor suelo, con sus características, que pueden ser beneficiosas y ayudar en la construcción, como lo son los suelos con alto grado de control del exceso de humedad, como los son los suelos cercanos a los árboles de Casuarinas, que se dan en el sur, que ese árbol crece justo cuando las condiciones son perfectas para habitarlo, y además aporta al mantenimiento del equilibrio natural a su alrededor, o necesariamente hay que rehabilitarlo, lo que implica un impacto mucho más amplio que sólo el espacio de la obra.
Luego, y sólo después de todos los recursos necesarios, la construcción misma, con sus emanaciones, es cuando los criterios arquitectónicos de la propia obra entra en acción, orientación, cerramientos, capacidad de control de temperatura, neutralización del sonido; todos aspectos orientados a la comodidad del habitante, son paliativos para la propia casa, en la que el aspecto que se está tocando es el de pasividad, el de no agredir más de lo necesario al entorno y al medio ambiente.
El concepto de Passivhaus, nace en Alemania, y en Argentina no estamos lejos de perseguir los niveles de exigencias de sus preceptos, pues se necesita cumplir requisitos razonables de ahorro energético, no ya de desperdicio, como son las prácticas que desde el gobierno y nuestra realidad energéticas intentan implementar, sino verdadero ahorro, que significa más que prácticas de atención al derroche, sino además recursos que minimicen el gasto, como lo son las bombillas de bajo consumo, por ejemplo.
La oportunidad de adecuarnos a estas normas que tarde o temprano serán un estándar la tienen las inmobiliarias desarrolladoras que con nuevos materiales y conceptos innovadores pueden aplicar los conceptos de manera inmediata; es en parte la propuesta de creación de barrios privados en la zona sur, a pocos minutos de la capital, donde es importante destacar que el principal recurso, el natural se ha integrado a la propuesta.
La casa preparada para energía sostenible incorpora situaciones de fuentes alternativas de energía, como los paneles solares; en nuestro país, sobre en economías que afectan al sector inmobiliario, particularmente, que son la fuente principal de comercialización de inmuebles, es aún una idea que se está en el imaginario de los arquitectos que planean el futuro, pero no una realidad palpable o medible, sin embargo, la eficiencia energética no depende de este tipo de acción, sino de resolver en conjunto los aspectos que hacen al desperdicio de la energía, la generación de calor o de frío por razones estacionales, o estrategias de renovación de aire y modos de enfrentar cambios climáticos extremos, a lo que se le suma la conectividad, ya que nuestra vida diarias se ha vuelto extremadamente compleja con el uso de las tecnologías.
Los métodos y experiencia con la certificación energética le otorga al Passivhaus la disminución de un 75 por ciento de capacidad de ahorro, los que nos hace reflexionar sobre nuestra realidad cotidiana en Argentina, en el impacto que el no comprender estos nuevos paradigmas de sustentación energético implicaría en nuestras bolsillos.
Hay factores complejos en el diseño de la experiencia de una casa Passivhaus, pero el dinero que se invierte no es el principal, por el contrario, una casa con esta certificación tiene que implementar un concepto arquitectónico y constructivo diferente, no más caro.
El ideal, es que la vivienda cumpla las tres visiones, no ocasione derroche energético ni emisiones nocivas, la casa pasiva; aporte al entorno, con recursos de protección del medio ambiente y aporte al saneamiento ambiental, y ahorre recursos, el método de adecuación energético de Passivhaus.
En un futuro no tan ajeno, tendremos que ir incorporando la idea que las construcciones modernas tienen que tener un límite para el uso de la energía, y es entonces cuando le daremos la importancia que ya debería tener; mientras, en algunos espacios, ya con escuchar cuando la naturaleza habla, se está en la dirección correcta, éste es el caso de los emprendimientos en la zona sur, que han causado interés y han mantenido el interés del mercado inmobiliario, con sus propuestas integradoras.
Cartón resistente, una idea de un diseñador chino que promete ingresar en el mercado de decoración de interiores, industria del mueble y otras opciones.
La burbuja inmobiliaria provoca efectos secundarios, cualquiera con una propiedad arma un sitio para atendión turística sin tener la menor idea de cómo se lleva adelante un servicio de hotel.